lunes, 16 de noviembre de 2009

De mis compras echadas a perder y del puertorriqueño: me cagan

Hoy salí de compras.
La idea era comprar un par de guantes, una blusa de cuello de tortuga blanca y una lotería de erbos en inglés.
Con qué regresé a casa? Con UN solo guante (sniff), dos blusas de cuello de tortuga (una blusa blanca y una blusi-suéter negra), un par de zapatos flats de punta, de charol.
En algún momento entre su compra (que creo fue después de las compras laguni-tepiteñas) e ir al baño luego de engullirme un cacho de pizza, un guante había desaparecido.

Por qué no lo metí a la bolsa.no.rota de mis zapatos?
Por que me los tuve que colgar del pantalón que me queda medio aguado?
Cómo no me dí cuenta cuando se cayó?
Por qué ningún amable transeúte -de preferencia la chica lencha.guapa.interesante de mis sueños- levantó mi caído guante y corrió a devolvermelo?
Por qué son tan caros los guantes de piel?
Por qué se me ocurrió perderlos precisamente a unas horas de su compra (cuando ni su valor habían desquitado)?
Qué habrá pasado con el guante perdido?
Para qué quiere uno UN solo guante?
Qué puedo hacer con el guante que me quedó?

Respuestas y sugerencias son bien recibidas

AaAAaaaaaaaaAYAAAaaaaaAaAAaaYyyYYyyYYyyYYYYYYYyYYyyYyyyy mi guanteeeeee!! T_T
Toy nojada y tite. Cosa número uno por la que me enojo conmigo misma: Perder cosas

No me queda humor para cabulear a los puertorriqueños machos...
O quizá sí.
El puertorriqueño del otro día encaja perfecto con el prototipo formado por aquellos que tuve oportunidad de conocer (los que discutían con algunos idiotitas mexicanos sobre quienes tenían el pene más huge.)
Todo empezó en el metro, yo estaba muy desvelada y cansada (había dormido muy poco y el día había sido muy largo) y tenía irritados los ojos. Si a eso sumamos un bostezo y que me acurruqué sentada mientras esperaba, dí la oportunidad para abordarme (lo cual hizo cuasi gritando, porque el muy wey iba escuchando su porquería reggaetón desde sus audífonos) al preguntarme si estaba llorando. Le sonreí y le dije que no. Volví a mi meditación del día, siendo conciente de su acento extranjero (me pareció cubano al principio).
Llegó el metro. Me subí. Se subió.
Silencio. No me quise sentar, pues bajaba a la siguiente estación. Él volvió a medio gritar para decirme que había un asiento desocupado -que de hecho, eran muchos asientos desocupados- como si yo estuviera ciega o sobreabrumada por mis pensamientos. Quizá sí estabaalgo meditabunda, pero eso es cosa que a él no le incumbía.
Cuando un hombre te ofrece un asiento que ya estaba vacío, porque nadie más sede asientos en la ciudad (que bola de mala.onditas.irrespetuosos.poco.caballeros.et.al), y porque las mujeres se acostumbran a 'no sentarse', te puedes dar una idea de la idea -valga la redundancia- que tiene esa persona sobre la capacidad de las mujeres.
Así es. Me ofreció un asiento vacío -ya que seguramente no lo ví y sólo esperaba que un hombre amable y valiente me lo indicara- para que me sentara, porque las mujeres en esta ciudad están acostumbradas a que no les ceden nada.
Este tipito nunca oyó hablar de equidad de género.
Después de bajarse invasivamente en MI estación -que casualmente también le quedaba- me hizo la plática.
Primero se ofreció acompañarme en el camino a casa -ciudad peligrosa...ok- yo estúpida acepté por miedosa (que tal que era una señal?). Después empecé a medir las consecuencias.
Primero intentó apantallarme al decir que trabaja en la agencia de promoción de boxeadores de Óscar de la Hoya (que yo pensaba que era Olla). en primer lugar, el boxeo se me hace un deporte bárbaro, que deja idiota a la gente. Luego entonces, sólo apto para idiotas.
Luego de ver el poco impacto, presumió su maestría y su no se qué (cuando dije que en Tacubaya y Tepito habían muchos gimnasios y buenos boxeadores). No era mi intención.
En algún momento me pasó sus audífonos para hacerme escuchar su reguetón de porquería. Tal vez quiso ser amable... O quizá era otra manera en que 'el macho' intentó seducir a 'la hembra' usando su mal gusto musical para ello. Perdonen la expresión, pero había estado ojendo y hojeando El mono desnudo de Desmond Morris.
Por alguna razón, no me sale decirles en el momento nada de lo que realmente pienso. Creo que me da miedo.
Después me dijo que él era una persona muy sana que salía a correr y no bebía ni fumaba. Me reí para mis adentros: Yo bebo, fumo -tabaco y mota- y no hago ni madre de ejercicio, más que el urbano diario obligatorio. Creo que el pants y la chamarra deportiva que llevaba yo puesta lo despistaron.
Al ver que en verdad no era una 'coincidencia de caminos', sino que más bien pretendía acompañarme a casa, empecé a pensar como despegármelo amablemente (maldita sea! por que soy tan amable?!?!) hasta que por fin le dije: yo creo que aquí está bien.
Después de agradecerl mil-ocho-mil veces que le haya dejado acercarse etc (quizá deba ver cómo manejan las puertorriqueñas estas situaciones, se me hace que han de ser bien ariscas). Dí mi número telefónico -el que eventualmente abandonaré-
En fin... soy un fiasco para darle aire y abrir a extraños. Soy demasiado amistosa.
Aún así me cagan los machos.
Por mí, al calabozo del 666to infierno con ellos!

2 comentarios:

Logan dijo...

Uhmmmm, sí, te entiendo, a mí me llegó a pasar en una que otra ocasión. un avez, cuando acababa de entrar a la universidad, un tipo extraño me hizo plática en el metro y yo lo escuché como una imbécil porque estaba hablando de temas "esotéricos" (que a mí me llaman la atención) y bueno, con eso me atrapó. No dio señales de agresión ni de querer pasarse de la raya, en realidad, así que le di mi número, y claro, me llamó!!! En repetidas ocasiones. Pero un día por suerte lo volví a encontrar y le dije que me había mudado de casa, así que no debía molestarse en llamarme de nuevo, cosa que (increíble pero cierto) dejó de hacer. Un milagro. Eso me sirvió para dejar de ser "tan amable", lo cual no es malo, no es un defecto de carácter, el problema es que puede meterle a uno en complicaciones... Lamento lo de tu guante, ánimo ;)

Logan dijo...

Por cierto! Muchas gracias por tu amable comentario en mi entrada de Ensayo sobre la Ceguera... Ya compré la película y planeo verla este viernes con una chica especial ;) Ojalá puedas terminar de leer el libro, la verdad es que vale mucho la pena. Saludos :)